Andrea Benítez, hija del titular de la Profeco. Foto: Tomada de Twitter.
La clase es el vehículo que rescata al grupo selecto del marasmo del Tercer Mundo, y lo deposita en las esperanzas de Houston o Park Avenue.
Carlos Monsiváis.
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Tú, encogido asalariado que viajas sudoroso en el transporte público, nos provocas vomitivo desprecio. ¡Ignorante!, cargando tu portafolio barato y vestido con trajes Aldo Conti, qué minúsculo te ves desde nuestro Porsche.
Eres jodido porque quieres. Carente de belleza, educación, gracia y, sobre todo, clase. Por eso, indio, te has ganado la miseria. Eres la razón del retraso del país. ¡Qué diferencia sería si todos los mexicanos fuesen bonitos, güeritos, con ropa linda! Pero no, has de ser tú, naco despreciable que se conforma con el hediondo Xochimilco, el rostro que damos al mundo.
¡Pinche puto de mierda, chinga tu madre pinche asalariado, por putos como ustedes a este país le está cargando la verga y súbelo con López Dóriga y con Loret de Mola!: Azalia Ojeda, exprotagonista del reality Big Brother, dirigiéndose a un policía del Distrito Federal.
Basta con leer el artículo clasificado de El Universal para descubrir que existen miles de empleos para ti, zarrapastroso. Sí, nosotros hace mucho que no trabajamos, pero lo ganamos con méritos. No fue fácil humillarnos hasta el ridículo para ascender en nuestra carrera política. Aunque no lo pienses, al principio duele mancharse las manos de sangre. ¿Crees que es sencillo llegar a ser dueño de un monopolio? ¡No!, hay que tener los pantalones bien puestos. Todos te piden dinero, el gobierno municipal, el estatal, el federal, el proveedor, el contratista. Hay que lidiar con miles de mugrosos, como tú, que siempre andan quejándose y pidiendo aumento de sueldo. ¡Carajo, si supieran lo que cuesta!
No sabes con quién te metes, pinche gato: empresario Miguel Sacal, dueño de Indie Jeans, mientras golpea a un recepcionista, enojado porque en su edificio no había un gato hidráulico.
Dejemos las cosas en claro, tú no eres nadie. Si nos pasamos el alto, tenemos el derecho, el secretario de Vialidad es nuestro compadre. Si manejamos borrachos, ni nos toques, perderás tu trabajo de asalariado. Ay de ti si investigas nuestras relaciones con el crimen organizado: te mandamos matar.
Mis cuates y nosotros gobernamos, tú y tu voto son pura simulación, achichincle de mierda. Nosotros decidimos qué verás en la televisión, qué escucharás y con qué te divertirás. Ponemos el precio del huevo y del café. Llamamos a una trasnacional para que haga papilla tu negocio mugriento. Fabricamos los pantalones que traes puestos, escribimos las leyes, mandamos cerrar restaurantes, decidimos quién vive y quién no.
Tu vida, esa cadena de tragedias que llamas vida, es una porquería que nos llena de ternura. No puedes nombrar casa a ese departamento de cuatro por cuatro donde convives con tus hijos y tu pareja. ¡Jamás vas a un buen restaurante, por Dios! ¿Alguna vez has salido del país?
Soy representante en la tribuna más alta del país; soy la persona que consigue los recursos para que estemos bien acá: senadora perredista Luz María Beristáin, regañando a una empleada tras perder, por retraso, un vuelo de Viva Aerobús.
La vida es bonita, para disfrutarla, viajar, comprar en Casa Bijan y ver el ocaso en Kaihalulu Hill Beach. Claro, también hay que crecer y mejorar como persona: si eres prietito, puedes blanquearte con cirugía; si te faltan pechos, ¡uff, el doctor Díaz Infante te coloca unos preciosos!, si tienes kilitos de más, ve a Sport City, ¡Por Dios!
No nos vamos a extender más: queremos un México libre de ti, de gorditas, del América, del lago de Chapultepec, de los globos del parque, de Milano, Elektras y Big Cola. Un México de primer mundo, sin Infonavits, con muchas Park Avenues y mujeres bronceadas.
Por todo lo anterior, ¡Chinga tu madre, pinche asalariado!
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