La aprobación de las leyes secundarias, cuyo análisis requerirá de aquí en adelante cursos especializados, obligará al país a rehacer sus prioridades, instaurando una nueva finalidad del Estado en consonancia con el catecismo capitalista a ultranza con que ahora se justifican los intereses en juego. El afán reformista destilado por el Presidente, con la venia de los poderes fácticos, la derecha panista y las cohortes de la simulación adscritas al PRI, en conjunción con la debilidad arrogante de las izquierdas, impide darle viablidad a una alternativa apoyada por las mayorías, inaugurando peligrosamente una era de confusión y demagogia, de incertidumbre.
jueves, 24 de julio de 2014
CFE: apaga la luz
Llevamos ya mucho tiempo inmersos en el torbellino de las reformas, pero el país, que en los temas cotidianos da la impresión de estarse desmoronando (véase el fruto podrido de La Gran Familia), no reacciona, como si la tormenta le estuviera cayendo a otros. Ni siquiera la azarosa felicidad de los políticos de la gran alianza energética victoriosa perturba la indiferencia, el pasmo, la actitud resbaladiza de quien se sabe envuelto en un juego que no es el suyo. Es este, quizá, un mecanismo para no verse arrastrados por las promesas anticipadamente incumplidas de los cruzados del mercado: la luz no bajará, la gasolina tampoco y los únicos nuevos ricos serán las hornadas de funcionarios y administradores convertidos en modernos businessmen. Pretender que la aprobación al vapor de muchas reformas es equivalente a diseñar una estrategia coherente e integral puede ser un desafío letal para un Estado que añora, bajo las formas democráticas, la centralización del poder.
La aprobación de las leyes secundarias, cuyo análisis requerirá de aquí en adelante cursos especializados, obligará al país a rehacer sus prioridades, instaurando una nueva finalidad del Estado en consonancia con el catecismo capitalista a ultranza con que ahora se justifican los intereses en juego. El afán reformista destilado por el Presidente, con la venia de los poderes fácticos, la derecha panista y las cohortes de la simulación adscritas al PRI, en conjunción con la debilidad arrogante de las izquierdas, impide darle viablidad a una alternativa apoyada por las mayorías, inaugurando peligrosamente una era de confusión y demagogia, de incertidumbre.
La aprobación de las leyes secundarias, cuyo análisis requerirá de aquí en adelante cursos especializados, obligará al país a rehacer sus prioridades, instaurando una nueva finalidad del Estado en consonancia con el catecismo capitalista a ultranza con que ahora se justifican los intereses en juego. El afán reformista destilado por el Presidente, con la venia de los poderes fácticos, la derecha panista y las cohortes de la simulación adscritas al PRI, en conjunción con la debilidad arrogante de las izquierdas, impide darle viablidad a una alternativa apoyada por las mayorías, inaugurando peligrosamente una era de confusión y demagogia, de incertidumbre.
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