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martes, 2 de abril de 2013

Cruzada contra (la huelga de) hambre #HuelgaDeHambreMEXICANA

Rosario Avilés | Opinión

Fecha: 2013-04-02

Cuando no hay justicia sobran las justificaciones. Desde Harvard, por ejemplo, el ex presidente Calderón dice que para iniciar su guerra contra la delincuencia organizada acató un “deber moral”. Ese deber moral no le alcanzó para ver los destrozos de sus funcionarios más próximos, como Juan Molinar y Javier Lozano y de sus sedicentes amigos, como el ex dueño de Mexicana de Aviación, Gastón Azcárraga, o el ex director del Aeropuerto Capitalino, Héctor Velázquez.

Todos ellos, de alguna manera, son los artífices del despepite que se vive hoy en el transporte aéreo, pero no son los únicos. En este relajo cuentan los que hicieron, los que —viendo el problema— no hicieron nada, los que callaron, los que se aprovecharon de la situación y los que prometieron públicamente cosas que después no cumplieron.

Pero el caso es que hoy —abril del 2013— todavía ni siquiera se sabe exactamente qué pasó. Sabemos algunas de las consecuencias de las malas decisiones y gracias a información difundida en algunos medios así como las denuncias en contra de estos actores, sabemos también que hay conductas posiblemente constitutivas de delitos. Desde evasión de impuestos hasta probable quiebra fraudulenta.



Si de verdad se quisiera hacer justicia, el primer paso sería dilucidar qué pasó desde el momento mismo en que la aerolínea fue desincorporada del IPAB y entregada a Grupo Posadas. El dejar claro este proceso fue la intención del juez Consuelo, primer juez de lo concursal en el caso Mexicana, de extender hacia atrás el análisis de las causas que llevaron a la Primera Línea Aérea de Latinoamérica a la situación crítica.

Pero también es indispensable fincar responsabilidades sobre aquellos que —con intención o no— se hicieron cómplices de este quebranto. Desde el secretario de Comunicaciones y Transportes que no requisó a la empresa de servicio público federal, hasta las autoridades de la Comisión Bancaria y de Valores que omitieron actuar en el caso, a pesar de que se presentó una denuncia específica.

Sabemos que —arrieros somos— los funcionarios de una y otra dependencia se reciclan, pertenecen a los mismos grupos económicos —aunque militen en colores distintos— y se ayudan entre sí. Lo mismo ocurre en el sector aéreo: el que hoy aparece como director técnico de una empresa perteneció sin duda a la rival o a la desparecida. Son pocos y se conocen mucho.

Entre los muchos problemas que existen hoy en el sector, se encuentra el tema de los slots en el aeropuerto capitalino. La génesis de este problema, sin embargo, es de larga data. Desde la imposibilidad para construir un aeropuerto que ampliara la capacidad operacional, por parte del gobierno de Vicente Fox, hasta la falta de visión y de mínimo rigor por parte de quienes permitieron que las operaciones en el AICM se fueran ampliando hasta niveles de riesgo inaceptables.

Añadamos el hecho de que carecemos de una Ley de Aeropuertos y su reglamento que realmente responda a las necesidades de la industria, a lo cual se mezcla el apetito feroz por quedarse con los slots que fueron de Mexicana (y que, de acuerdo a las resoluciones judiciales, están en resguardo hasta que se resuelva la situación de esta empresa). Todo ello hace un pésimo coctel que no puede más que explotar.

Pero la culpa no la puede tener quien busque soluciones así sean paliativas. Hay que empezar por reconocer que haber aceptado las maniobras sui generis que hizo el ex subsecretario de Transporte Felipe Duarte para repartir lo que no le correspondía para no hacer lo que sí debía, iban a provocar este desorden —todo lo cual se advirtió desde este espacio en repetidas ocasiones—. En aquel momento los supuestos beneficiarios se hicieron de la vista gorda, pero la situación estaba cantada.

La única manera de que el sector se reordene es empezar por el principio: deslindar responsabilidades, castigar a los culpables, hacer justicia y poner las reglas claras para que no haya sorpresas en el futuro.

La semana pasada dos sobrecargos que habían iniciado huelga de hambre para pedir soluciones en el caso Mexicana fueron persuadidos de levantarla en vías de una conciliación de Segob.

Después nos enteramos vía la revista Proceso de que más que ganas de hacer justicia, hay un ánimo de parte de los nuevos funcionarios de evitarse molestias. Si conocieran realmente el problema se darían cuenta que los trabajadores de Mexicana hubieran podido hacer marchas y bloqueos desde hace meses y no lo hicieron porque han creído en la palabra de los funcionarios públicos y porque ellos sí tienen palabra.

Más que pensar cómo deshacerse de la molestia, las autoridades podrían empezar a tomarse en serio este problema: la cruzada contra el hambre podría empezar por destrabar las causas de las huelgas de hambre. El dinero de las pensiones, del ahorro de TODA LA VIDA de estos trabajadores no puede haberse esfumado. PGR, Hacienda, SCT: sigan la pista y hagan justicia.

raviles_2@prodigy.net.mx

Fuente: cronica

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