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lunes, 20 de enero de 2014

Adictos a la TV… literalmente




Pasar horas sentado frente al televisor o disfrutando de tu serie favorita en Netflix puede ser un pasatiempo, pero también una adicción real. Ya que los programas tienen trucos que provocan síntomas similares a los de las drogas

Todos lo hemos hecho alguna vez, pero para ciertas personas estar todo el día frente a la televisión es más un hábito que una indulgencia ocasional.

Es difícil culparlas, sobre todo cuando la programación es irresistible y Netflix está disponible para facilitarnos el “trabajo”: maratones de “Breaking bad”, “Orange is the new black", “House of cards”, “The big bang theory”… la lista de las series consentidas de la audiencia es muy larga y las horas pasadas frente a la televisión parecen mucho más cortas si nos hacen compañía.

Pero más allá de la pasión por una historia o la cercanía emocional a los personajes, un estudio elaborado por Neuromarketing Labs reveló que existen síntomas físicos que nos hacen más difícil detenernos después de ver solo un episodio.

Los investigadores analizaron las reacciones de 74 televidentes ante fragmentos de sus series preferidas, incluyendo el nivel hormonal, la temperatura corporal, el pulso, la actividad del cerebro, la circulación, la frecuencia respiratoria y el movimiento de los ojos. Y se dieron cuenta de un dato muy importante.

Para cuando la serie terminaba y debían alejarse de la tele, el cuerpo experimentaba síntomas de abstinencia, como disminución de la temperatura corporal y un incremento en la sudoración.

En cambio, mientras disfrutaban de las escenas, los latidos del corazón y la respiración se aceleraban, como si estuvieran en medio de un “viaje”. Una de las explicaciones del estudio fue que, sin importar si son positivas o negativas, la audiencia prefiere ver programas que despierten emociones intensas.

Pero quizá lo más llamativo fue que cuando uno de nuestros personajes favoritos aparece en la televisión, experimentamos reacciones tan intensas que se parecen al orgasmo (¿Quién hubiera pensado que Sheldon Cooper puede tener ese efecto en una mujer?).

Así que quizá debas tomarlo en serio cuando tu pareja te ignore por ver su serie favorita.

Sin embargo, cuando vemos programación que no nos gusta, nuestro cerebro no reacciona ni muestra emociones.

Los ingredientes de la droga



La causa de que sintamos emociones tan fuertes ante ciertos episodios es, en realidad, muy natural: son series bien hechas.

Por eso casi siempre los programas favoritos de la audiencia son los más aclamados por la crítica.

Los creadores de estos personajes saben muy bien cómo atrapar al televidente, con algunos trucos muy prácticos.

Uno de los más conocidos es el cliffhanger, o el final de suspenso en el que no revelan el destino de los protagonistas, el cual hace que la semana siguiente prendas la TV puntualmente (o des click al botón “Capítulo siguiente” en Netflix cuando ya deberías ir a la cama). Piensa en la primera vez que la futura esposa de Ted apareció por primera vez en “How I met your mother”.

Según TIME, las series incluso usan pequeñas versiones de estos cortes antes de ir a comerciales, para evitar perder a su audiencia. En ocasiones es muy obvio, pero eso no disminuye la efectividad.

Los cambios rápidos de toma, en los que un momento estás enfocado en un personaje y de repente las cámaras dirigen tu atención hacia otro, o a un aspecto distinto de la habitación, generan un sentido de urgencia que hace que no quieras quitar tus ojos de la pantalla.

Te hacen sentir que si lo haces podrías perderte de un elemento crucial para la trama y pasarás el resto del episodio perdido, sin saber por qué le dan tanta importancia.

Esta respuesta es provocada por nuestro “reflejo de orientación”, que nos hace reaccionar ante los movimientos que suceden a nuestro alrededor, como cuando un balón viene hacia ti (pero sin el peligro de fractura).

Según una investigación de la Universidad de Princeton, los directores controladores también tienen influencia en qué tanto se involucra la audiencia con sus historias.

Así, si el realizador tiene mucho cuidado en factores como el lugar en el que filma, en quién o qué está el enfoque y cuándo cambiar de escena, todos estos movimientos tendrán una intención, que será mantenerte al borde de tu asiento.

¿Otros dos trucos? Sorpresa: el sexo y la violencia. El primero nos atrae porque es esencial para nuestra supervivencia (así que puedes culpar a tu instinto) y la segunda, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Augsburg, en Alemania, nos satisface siempre y cuando creamos que está justificada por venganza o justicia.

Fuente: Reporte Índigo

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